6 de julio de 2017

EL OASIS

A un oasis llegó un joven, tomó agua, se aseó y preguntó a un anciano que se encontraba descansando:
—¿Qué clase de personas viven aquí?
El anciano preguntó:
—¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?
—Un montón de gente egoísta y mal intencionada –replicó el joven. Estoy encantado de haberme ido de allí.
A lo cual el anciano comentó:
—Lo mismo encontrarás en este lugar.
Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
—¿Qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta:
—¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?
—Oh, de donde yo vengo hay personas magníficas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.
—Pues lo mismo encontrarás aquí –respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
—¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo que el viejo contestó:
—Cada uno de nosotros sólo puede ver lo que lleva en su corazón. Aquel que no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa distinta aquí ni en ninguna otra parte.
 
  • REFLEXIÓN: Atraemos a las personas, situaciones e ideas que están en armonía con nuestros pensamientos y emociones dominantes. Es probable que si estamos contentos o felices nos sucedan cosas positivas, ya que atraeremos a personas, ideas y circunstancias que reflejen este estado. Lo mismo ocurre cuando estamos de mal humor. Suele ser cuando peor nos salen las cosas.

30 de junio de 2017

DOS LOCOS

Se cuenta que en una ocasión dos locos decidieron escaparse del manicomio; para lograr su propósito tenían que saltar unas diez paredes que protegían el hospital psiquiátrico. Para ellos eso no sería problema alguno, estaban resueltos a escaparse.
Al emprender la travesía se desarrolla la siguiente acción: Juan le pregunta a Pedro al saltar la primera pared si estaba cansado, a lo que Pedro respondió que no. 
Juan insistió en su pregunta y le recordó que, en caso afirmativo podrían volverse.
—No has escuchado que te dije que no, estoy dispuesto a escaparme de aquí, no soporto más seguir encerrado –contestó Pedro.
Al escuchar la respuesta Juan prosiguió el camino. 
La misma escena se repite cada vez que saltan una pared, mientras ambos siguen firmes su viaje hacia la libertad. 
Cuando sólo les falta una pared para alcanzar la libertad se desarrolla nuevamente el mismo diálogo:
—Pedro ¿estás cansado? –le pregunta Juan a su compañero.
—Sí, ahora sí –contestó Pedro sudoroso.
—¡Ah pues entonces vamos a volvernos! –le gritó Juan. 
A lo que Pedro, sin reparo alguno, contestó:
—Sí, vamos a volvernos, porque estoy muy cansado y falta mucho por llegar aún.
Y de esa manera, ambos locos decidieron dar marcha atrás y recorrer el largo camino porque se sentían cansados, sin pensar que sólo les faltaba un pequeño esfuerzo más para alcanzar la libertad.
 
  • REFLEXIÓN: El cuento parece simple, pero encierra una gran enseñanza. Cuántas veces hemos emprendido una carrera para alcanzar alguna meta. Durante la misma hemos puesto todo nuestro esfuerzo y empeño en lograrla, sin embargo, cuando aparecen los obstáculos en el camino y casi se nos agotan las fuerzas, entonces decidimos dar marcha atrás y echar por la borda todo el trabajo que hemos realizado sin pensar que sólo con un esfuerzo más lo lograríamos. Reflexionemos sobre el valor de la constancia, la tenacidad, el esfuerzo mantenido y la fidelidad a un objetivo propuesto.

16 de junio de 2017

VERSE A UNO MISMO

—Cuando mires a tus compañeros, procura mirarte a ti mismo –dijo el maestro al discípulo.
—Pero, ¿no es esa una actitud egoísta? –cuestionó el discípulo–. Si nos preocupamos por nosotros mismos, jamás veremos lo que los otros tienen de bueno para ofrecer.
—Ojalá siempre consiguiéramos ver las cosas buenas que están a nuestro alrededor –contestó el maestro–, pero, en verdad, cuando miramos al prójimo estamos sólo buscando defectos. Intentamos descubrir su maldad, porque deseamos que sea peor que nosotros. Nunca lo perdonamos si nos hiere, porque creemos que jamás seríamos perdonados por él. Conseguimos herirlo con palabras duras afirmando que decimos la verdad, cuando apenas estamos intentando ocultarla de nosotros mismos y por último fingimos que somos importantes para que nadie pueda ver nuestra verdadera fragilidad. Por eso, siempre que estés juzgando a tu hermano, ten conciencia de que eres tú quien está en el tribunal.
Y tras este comentario el discípulo quedó pensando en sí mismo y cuántas veces había juzgado en los demás sus propios defectos.
 
  • REFLEXIÓN: ¿Somos realmente así?... Nos creemos en el derecho de criticar a todo el mundo, e incluso, a veces, tenemos la arrogancia de hacer ver a otros cuántos defectos tienen según nuestro juicio, pero casi nunca reparamos en pensar que lo que más criticamos de otros es justo lo que solemos hacer nosotros.

1 de junio de 2017

EL ALMENDRO Y LA ABUBILLA

Alto y triunfante, muy erguido y apuntando hacia el cielo, un almendro sobresalía en el huerto. Se sentía feliz cuando los pajarillos, con sus vivaces colores, o los gorriones elegantes y señoriales correteaban sobre sus ramas. Hospedaba con gozo jilgueros, ruiseñores, y otros pájaros cantores.
Pero un día una abubilla se posó sobre una de sus ramas. El pájaro apoyó su oreja sobre la corteza del árbol y percibió el hormigueo de las minúsculas pero voraces larvas que abundaban debajo de la corteza. Enfiló su largo pico encorvado en el tronco del almendro, y comenzó a extraer las larvas y a devorarlas.
El almendro cayó en una negra tristeza. Ese pájaro escuálido, que hurgaba con el pico en su corteza y arruinaba su perfecto tronco, era verdaderamente insoportable.
El soberbio almendro hizo todo lo posible para echar a la abubilla que, por fin, un día se fue. Desde ese momento las pequeñas larvas pudieron engordar y engordar en paz, y lentamente invadieron todo el tronco. 
Una noche, un solo golpe de viento fue suficiente para quebrar al orgulloso árbol.
 
  • REFLEXIÓN: A veces las ayudas que necesitamos son dolorosas y molestas. Si alguien "mete el pico debajo de nuestra piel", mostrándonos nuestros defectos y faltas, nos enojamos, y tratamos de sacudírnoslo. Es una actitud de autosuficiencia que nos lleva a querer resolver nuestros problemas sin ayuda, y nunca seremos lo suficientemente objetivos para ver lo que nos resistimos a ver, lo suficientemente humildes para reconocer nuestros errores y disculparnos por ellos, ni lo suficientemente atinados para encontrar el mejor remedio a nuestros males. Hay que tener valentía para mostrar nuestras debilidades y miserias a quien, siendo juicioso y prudente, nos ayuda en nuestro proceso de crecimiento. El proceso de "limpieza" y "curación" de heridas puede ser doloroso y cansado, pero no por ello podemos dejar de hacerlo, pues si dejamos crecer nuestras miserias humanas y defectos, terminaremos como el árbol del cuento, invadidos por completo, corroídos por dentro, muertos en vida y listos para derrumbarnos estrepitosamente ante los vientos de las dificultades cotidianas.

15 de mayo de 2017

EL ROBO DEL CABALLO

Un califa de Bagdad llamado Al-Mamun poseía un hermoso caballo árabe del que estaba encaprichado el jefe de una tribu, llamado Omah, que le ofreció un gran número de camellos a cambio; pero Al-Mamun no quería desprenderse de su animal. Aquello encolerizó a Omah de tal manera que decidió hacerse con el caballo fraudulentamente.
Sabiendo que Al-Mamun solía pasear con su caballo por un determinado camino, Omah se tendió juntó a dicho camino disfrazado de mendigo y simulando estar muy enfermo. Y como Al-Mamun era un hombre de buenos sentimientos, al ver al mendigo sintió lástima de él, desmontó y se ofreció a llevarlo a un hospital.
—Por desgracia, –se lamentó el mendigo–, llevo días sin comer y no tengo fuerzas para levantarme.
Entonces Al-Mamun lo alzó del suelo con mucho cuidado y lo montó en su caballo, con la idea de montar él a continuación. Pero, en cuanto el falso mendigo se vio sobre la silla, salió huyendo al galope, con Al-Mamun corriendo detrás de él para alcanzarlo y gritándole que se detuviera. Una vez que Omah se distanció lo suficiente de su perseguidor, se detuvo y comenzó a hacer caracolear al caballo.
—¡Está bien, me has robado mi caballo! –gritó Al-Mamun– ¡Ahora sólo tengo una cosa que pedirte!—¿De qué se trata? –preguntó Omah también a gritos.
—¡Que no cuentes a nadie cómo te hiciste con mi caballo!
—¿Y por qué no he de hacerlo?
—¡Porque quizá un día puede haber un hombre realmente enfermo tendido junto al camino y, si la gente se ha enterado de tu engaño, tal vez pase de largo y no le preste ayuda!
 
  • REFLEXIÓN: Así somos las personas en determinadas ocasiones... nos dejamos llevar por comentarios y prejuicios que pueden disuadirnos de ayudar a alguien que tal vez lo necesite realmente, sólo porque alguien alguna vez engañó a otra persona en circunstancias parecidas. No dejes pasar la ocasión de prestar tu ayuda desinteresada olvidando prejuicios.

5 de mayo de 2017

TESORO ESCONDIDO

Era un mendigo que había pasado casi toda su vida pidiendo limosna, sentado en la acera de una tumultuosa calle en una ciudad.
Ya en las postrimerías de su vida, seguía alargando una y otra vez el brazo tembloroso a la espera de que alguna persona caritativa dejara una moneda en su mano.
Durante varias décadas había vivido de la caridad de los otros, mirándolos suplicante, lamentándose para atraer la atención y pena de los viandantes. Pero un atardecer, le visitó la muerte y cayó desplomado justo allí donde había mendigado durante casi toda su larga existencia.
Unos días después, excavaron en el lugar para hacer un desagüe y encontraron un cofre lleno de joyas de un incalculable valor.
El hombre había estado durante más de cincuenta años sentado sobre un fabuloso tesoro, pero, ignorante del mismo, no había dejado de mendigar ni un solo día.
 
  • REFLEXIÓN: Buscamos la felicidad fuera de nosotros; miramos tan lejos que no podemos ver lo que hay cerca. Somos mendigos de todo lo ajeno; pordioseros de lo que habita fuera de nosotros mismos. Reclamamos que los demás nos hagan sentirnos bien, nos procuren dicha y diversión, nos afirmen y aprueben, nos produzcan paz y tranquilidad. Pero la fuente de esta dicha está dentro de nosotros, porque es ahí donde sentimos, experimentamos, vivenciamos y, en última instancia, vivimos. En el mundo exterior podemos hallar confort, diversión, encuentro y desencuentro, placer y sufrimiento, pero el tesoro de la paz interior sólo está en nosotros mismos y es nuestra responsabilidad buscarla y encontrarla.

27 de abril de 2017

REFINADOS COMO LA PLATA

Un grupo de jóvenes se reunieron en cierta ciudad para estudiar la Biblia. Mientras leían un texto, encontraron una expresión que decía: «Él los purificará y los refinará como se hace con la plata».
Uno de los jóvenes propuso visitar a un platero y comunicarles a los demás lo que él dijera sobre el tema.
El joven fue y, sin decir el objeto de su visita, pidió al platero que le explicara sobre el proceso de refinar la plata. Después que el platero describiera el proceso, le preguntó:
—Señor, ¿usted se sienta a esperar mientras está en el proceso de refinación?
—¡Oh, sí! –contestó el platero–. Debo sentarme con el ojo fijo constantemente en el horno, porque si el tiempo necesario para la refinación se excede en el grado más leve, la plata será dañada.
El joven, inmediatamente, vio la belleza y el consuelo de la expresión que habían leído aquella tarde.
Dios ve necesario poner a sus hijos en un horno; su ojo está constantemente atento en el trabajo de la purificación, y su sabiduría y amor obran juntos de la mejor manera para nosotros. Nuestras pruebas no vienen al azar, y Él no nos dejará ser probados más allá de lo que podemos sobrellevar.
El joven hizo una pregunta final:
—¿Cuándo sabe que el proceso está completo?
—Pues muy sencillo –contestó el platero–. Cuando puedo ver mi propia imagen en la plata, se acaba el proceso de refinación.
 
 
  • REFLEXIÓN: Este es el asunto, tenemos que trabajar para completar el proceso de la refinación en nosotros mismos hasta que podamos ser reflejo de la imagen de Dios.

12 de abril de 2017

EL ALFILER Y LA AGUJA

Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada que hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:
—¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja–. ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza?
—Y a ti –respondió la aguja en tono agudo–, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?
A lo que el alfiler replicó:
—¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?
De nuevo la aguja contestó:
—Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
El alfiler contestó airado:
—Sí, pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.
Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña en la habitación deseando coser. Tomó la aguja y echó mano a su labor por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Entonces cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y, disgustada, lo echó con la aguja en la cesta de la labor y se marchó.
El alfiler y la aguja retomaron su conversación.
—Con que aquí estamos de nuevo –dijo la aguja–. Parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.
El alfiler, algo entristecido, respondió:
—¡Como nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego… echados en la cesta, como nosotros, descubren que son hermanos!
 
  • REFLEXIÓN: Con frecuencia nos sentimos superiores a todos los que nos rodean, creemos que no hay nadie mejor que nosotros, que nuestras cualidades y aptitudes sobresalen, que somos más listos que nadie... sólo las circunstancias de la vida se encargan de ponernos en nuestro lugar, que no es ni más ni menos que el mismo en el que otras personas están.

21 de marzo de 2017

UNA HISTORIA DE MILAGROS

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco más atrás, y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno del sabio.
El terrateniente dijo al sabio: 
—Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que inclusive puedes hacer milagros. 
—Soy una persona vieja y cansada... ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros? –replicó el sabio.
De nuevo el terrateniente le dijo: 
—Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos... esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso. 
El sabio le replicó:
—¡Ah! ¿Te referías a eso?... Tú lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso... no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo sólo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego... y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer el mismo milagro. 
A lo que el terrateniente contestó:
—Yo quisiera tener la misma fe para poder realizar los milagros que tu haces... muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios. 
El sabio dijo entonces: 
—Pues dime: ¿esta mañana volvió a salir el sol? 
—¡Sí, claro que sí! –dijo el terrateniente.
—Pues ahí tienes un milagro... el milagro de la luz. 
—No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra... mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas. 
A lo que el sabio replicó:
—¿Quieres un verdadero milagro? No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
El terrateniente afirmó: 
—¡Sí! Fue varón y es mi primogénito. 
—Pues ahí tienes el segundo milagro... el milagro de la vida –dijo el sabio.
El terrateniente no muy convencido insistió: 
—Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro... 
De nuevo el sabio añadió: 
—¿Acaso no estamos en época de cosecha? ¿No hay trigo donde hace unos meses sólo había tierra?—Sí, igual que todos los años –dijo el terrateniente.
—Pues ahí tienes el tercer milagro... –respondió de nuevo el sabio.
—Creo que no me he explicado. Lo que yo quiero... 
En ese momento el sabio le interrumpió:
—Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti... Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.
Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda.
Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas. El joven estaba algo desconcertado y dijo: 
—Maestro, te he visto hacer milagros como éste casi todos los días. ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero? ¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo? 
Y el sabio contestó:
—Lo que él buscaba no era un milagro, sino un espectáculo. Le mostré hasta tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno... no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran cada día. El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido.
 
  • REFLEXIÓN: Sólo vemos aquello que realmente queremos ver. No solemos pararnos para ver la mano de Dios en las cosas que nos acontecen a diario. Sólo el que realmente abre su mente y su corazón a la omnipotencia de Dios puede comprender el milagro de la vida. Por eso tenemos que aprender a valorar las cosas pequeñas que a diario nos suceden, la naturaleza que nos envuelve, las personas con las que nos cruzamos, las conversaciones que compartimos... todo lo que nos rodea es verdaderamente un milagro de Dios. Por otro lado podemos pensar en lo egoísta e incrédulo que es el hombre que pide a Dios continuamente muestras de su poder, cuando el poder de Dios se manifiesta a diario y en cada momento en todo lo que nos rodea. Tendemos a apreciar solo aquello que podemos ver, que podemos racionalizar y materializar, sin percatarnos de valorar la vida que fluye sin más.

9 de marzo de 2017

EL CUARTO HOMBRE

En medio de un vasto campo se levantaba un gran muro que circundaba una buena cantidad de espacio. Cuatro hombres se decidieron a averiguar lo que había detrás del descomunal muro. 
El primero lo escaló esforzadamente, llegó a la parte alta y, sin mediar palabra, ni siquiera volver la cabeza, se precipitó al otro lado.
Del mismo modo procedió el siguiente hombre y de igual manera, el tercero.
Entonces le tocó el turno al cuarto hombre. Éste escaló dificultosamente el muro y por fin llegó arriba. Miró. ¡Oh maravilla de las maravillas! Tras el muro florecía en todo su esplendor el más bello, primoroso y reconfortante jardín que uno pudiera jamás soñar. Su primer impulso, ante tanta hermosura, fue lanzarse sin demora hacia aquel vergel, como hicieran sus compañeros, pero pensó en los demás seres humanos. Ellos se merecían saber lo que había detrás del muro y también aprender a escalarlo para acceder a ese jardín de ensueño. Así que se quedó fuera del recinto maravilloso para poder hablar sobre él a los demás y aconsejarlos adecuadamente para escalar el muro.
 
  • REFLEXIÓN: El egoísmo, el apego y la gratificación inmediata es muy común, pero el verdadero amor hacia los demás busca los medios para que los otros sean dichosos, crezcan y se perfeccionen. Está libre de prejuicios, esquemas, imposiciones y expectativas, y busca el crecimiento recíproco; cuando descubre algo maravilloso está deseoso de compartirlo con los demás y no guardarlo para sí mismo. Querer que los demás sean felices nos procura a nosotros una inmensa felicidad.

28 de febrero de 2017

EL MEJOR REMEDIO

Existía un rey con mucho poder que sufría de ánimo inestable: pasaba de la alegría a la tristeza, y viceversa, con extrema facilidad. Ello provocaba en él gran pesar interno y una mínima capacidad de disfrute y de percepción de los hechos que vivía su reinado, tanto era así que reclamaba su decisión firme de dar a su problema un remedio. Desalentado, pidió a sus asesores alguna ayuda para superar su dolencia. Los dóciles sabios se reunieron para resolver el problema. Después de unas semanas, ofrecieron su medicina.
—Señor, traemos solución a su mal. En esta cajita está el secreto de tu salud mental. Cuando estés perturbado por la tristeza o la alegría excesiva, lee el mensaje que guarda esta cajita mágica.
El rey agradeció a sus consejeros y escondió el pequeño recipiente con gran alegría y esperanza. Pero no había transcurrido una hora y ya estaba nuevamente sumido en el desánimo y la depresión.
Buscó la cajita salvadora y, al abrirla, pudo comprobar que sólo había un papel y en él escritas dos palabras:
«YA PASARÁ».
 
  • REFLEXIÓN: Aprendamos que en el río de la vida todo es transitorio, todo pasa, nada dura indefinidamente. Puede no ser necesario cambiar lo que vemos o sentimos en un determinado momento, sino tan sólo la forma como lo percibimos.

10 de febrero de 2017

JUSTIFICACIÓN IMPOSIBLE

Un hombre que se hacía pasar por santo fue requerido para realizar un milagro. Naturalmente, el milagro no se produjo, así que el pretendido santón decidió que lo mejor era marcharse de allí cuanto antes.
Viendo este comportamiento, los presentes se dirigieron a él increpándolo:
—¡Vaya santo que eres tú, no sólo no haces milagros como afirmabas, sino que además te vas sin dar ninguna explicación!
—Eso no es así –respondió el aludido–, los santos no somos ni orgullosos ni obstinados. Si el milagro no sale a la primera, yo acepto humildemente los dictados del cielo y no me obstino en realizarlo de nuevo.
Y aunque parezca increíble, aquel farsante continuó conservando intacta ante los demás su pretendida condición de santo.
 
  • REFLEXIÓN: Hay personas que son capaces de justificar casi cualquier comportamiento que hacen, y eso no es lo peor, lo peor es que consiguen convencer a los demás. Hay gente farsante, contradictoria, mentirosa, que es capaz de engañar a todo el mundo porque siempre tiene una salida para justificar sus actos por imposible que parezcan.

4 de febrero de 2017

LOS DOS BILLETES

Esto era un billete de 100 € y otro de 5 € que se encontraban en una bolsa de cualquier banco de la ciudad. 
Mientras se encontraban uno al lado del otro, el billete de 5 € le preguntó a su compañero:
—Oye, amigo, ¿dónde has estado? No te he visto en mucho tiempo.
El de 100 € respondió:
—Amigo, ¡Vaya que he tenido trabajo! He viajado a países distantes, también a los restaurantes más finos, a los casinos y bares más grandes y lujosos. También he estado en numerosas boutiques y en los centros comerciales de lujo. De hecho, justo en esta semana estuve en una final de fútbol, también estuve con grandes astrólogos y brujos, y en los grandes cabarets de París... ¡He hecho todo eso!
Después de haber descrito todos esos grandiosos viajes, el billete de 100 € le preguntó al de 5 €:
—¿Y a ti cómo te ha ido? ¿Dónde has estado?
El billete de 5 € respondió un poco decepcionado:
—Bueno yo..., yo he estado en una Iglesia Ortodoxa, en una Metodista, y también en una Iglesia Católica...
—¡¡¡Espera, espera, detente un minuto!!! –gritó el billete de 100 € muy confundido–. Pero ¿qué es una iglesia?
 
  • REFLEXIÓN: Con cierto humor e ironía, el relato nos habla de lo que por regla general ocurre en nuestras iglesias, y es que los donativos son cada vez más escasos. No nos damos cuenta de que regalamos “la calderilla” que nos sobra, pero casi nunca hacemos un esfuerzo real por entregar de lo que realmente nos es necesario para vivir. Quizá el relato nos pueda hacer reflexionar sobre nuestro egoísmo y sobre la necesidad de compartir con otros lo que tenemos.

20 de enero de 2017

LAS TRES PIPAS

Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. 
Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa. 
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando. 
Después regresó a donde estaba el anciano jefe y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. 
Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. 
El hombre medio molesto, pero ya mucho más sereno, se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo su tabaco y su bronca. 
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
—Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho. 
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: 
—Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo.
  • REFLEXIÓN: Perdonar y saberse perdonado es un precioso don. Cuando nos ocurre algo contra otra persona, lo más inteligente que podemos hacer es reflexionar sobre lo ocurrido, seguramente entonces lo veamos de otra manera. Reaccionar “en caliente” ante una situación nos lleva probablemente a sobrevalorarla de forma innecesaria.

12 de enero de 2017

LOS MONOS ALREDEDOR DEL FUEGO

Unos monos, durante una fría noche de invierno vieron a unos hombres alrededor de una hoguera. Al acercarse, inmediatamente advirtieron el calor que desprendía aquel extraño fenómeno de color rojo semitapado por maderas.
Cuentan que a partir de entonces, durante sucesivas generaciones, en las noches frías, los monos se reunían alrededor de unas maderas que colocaban encima de un círculo que previamente habían pintado de color rojo. Y si hablaban entre ellos, todos coincidían en que ese era el modo correcto de calentarse. 
Cuando algún mono ignorante llegado de fuera declaraba que sentía el mismo frío alrededor del círculo rojo como lejos de él, era reprendido con severas admoniciones respecto al poco respeto que guardaba al conocimiento de los antiguos sabios monos.
 
  • REFLEXIÓN: No te dejes engañar por las cosas que, por haberse hecho así desde siempre, se tienen por ciertas. Las tradiciones son útiles si realmente son eficaces y válidas en la actualidad, si no, tienes que ser valiente para poder cambiarlas según sea la realidad actual.

6 de enero de 2017

HORACIO EL CAMELLO

Horacio, el camello, miró al cielo y dijo a sus amigos camellos:
—¡Qué estrella más rara! Parece que nos hace señas, pidiendo que la sigamos.
Todos ellos vivían cerca de un oasis, donde sus vidas discurrían en paz, humildes y seguras. Tenían siempre hierba y dátiles en abundancia para comer y mucha agua para beber.
Nada había turbado jamás la plácida existencia de estos camellos; ahora, sin embargo, se daban cuenta de que su amigo estaba fascinado por aquella nueva estrella, rara y brillante. Les dejaba perplejos y se preguntaban qué podía significar.
—Recuerdo uno de mis sueños de infancia –prosiguió Horacio–. Vi una estrella que se alzaba sobre el horizonte y oí claramente que mandaba por señas que todos la siguieran en busca de una nueva vida, de un nuevo país y una nueva patria... Me pregunto si ésta podrá ser la misma.
Algunos de sus amigos se echaron entonces a reír. Los que no habían visto la estrella le tachaban de loco visionario, de soñador ingenuo. Los que la habían visto le llamaban chiflado: 
—¿Cómo? ¿Seguir a la estrella? Jamás nadie lo pensó antes. ¿Adónde? ¿Cómo? ¿Por cuánto tiempo? Además, ¿por qué seguirla?
—¿Adónde? Adonde nos quiera conducir –respondió él–, y para siempre, si es preciso. Porque nos está invitando. Me siento atraído por ella irremediablemente... La seguiré, no importa lo que cueste. He tomado una decisión y nadie podrá detenerme.
La mayoría de los otros camellos le dejaron solo y se fueron a comer, beber y dormir. Sólo unos pocos se quedaron detrás. Estaban intrigados por la nueva estrella resplandeciente y por la manera de adueñarse completamente de su amigo. Uno de ellos preguntó:
—¿Tienes intención de adentrarte en el desierto, Horacio, y dejar toda la comodidad y seguridad de este hermoso oasis?
—Sí. He decidido renunciar a todo. Mirad. Está comenzando a desaparecer del horizonte. Tengo que darme prisa. Si alguno desea seguirme, sea bienvenido. Pero es peligroso retrasarse. ¡Vamos! Un minuto más y la estrella podría pasar de largo ante nosotros. Podría desaparecer y no volver nunca. Ahora o nunca; es la oportunidad de la vida.
Algunos camellos se sentían impresionados por la impaciencia y la determinación de Horacio. Resolvieron en aquel momento unirse a él:
—Nosotros también iremos. Pero danos tiempo para reunir algunas cosas para el viaje. Necesitamos mucha hierba, abundancia de agua, dátiles y cereales. Necesitamos...
—Mirad; se acaba el tiempo. La estrella comienza a alejarse. No podemos esperar un minuto más. La que nos llama a seguirla se hará cargo seguramente de nuestras necesidades. Ella mirará por nosotros durante el viaje. Yo me voy al instante. Si alguno desea seguirme, que venga. Si no, quedaos ahí y arregláoslas.
Y empezó a alejarse, adentrándose en el yermo, hostil e interminable desierto. Sus ojos permanecían fijos en la pequeña estrella resplandeciente según iba desapareciendo del horizonte del oasis.
Sólo dos camellos echaron a correr y se unieron a él antes de que fuera demasiado tarde. Los demás menearon la cabeza con un gesto de desaprobación y murmuraron:
—Están chiflados. Seguramente perecerán de hambre, de sed y de frío. ¡Y pensar que podían haberse quedado aquí con nosotros en este oasis, disfrutando de todas las cosas buenas que la vida nos brinda!
 
  • REFLEXIÓN: Hemos de tener suficiente ilusión para perseguir nuestros sueños. Si estamos demasiado apegados a lo que tenemos, jamás seremos capaces de dar el salto a lo desconocido. La vida es una constante peregrinación, por eso debemos vaciarnos de todo y aumentar la confianza y la seguridad en que algo mejor nos va a suceder. A veces los obstáculos o los miedos nos impiden ver con claridad los objetivos que nos proponemos, pero tenemos que aliarnos con la voluntad y la esperanza de conseguir lo que creemos puede hacernos más felices.