Era un humilde leñador que siempre cortaba madera en el mismo bosque, desde hacía años. Vivía muy pobremente y apenas podía alimentar a los suyos, a pesar de que trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer. Cierto día, apareció un ermitaño y le dijo:
—Amigo leñador, sigue adelante.
En aquel momento el leñador no prestó especial atención a esas palabras, pero al día siguiente, al acudir al bosque, las recordó y decidió penetrar un poco más. Así encontró un bosque de árboles de madera de sándalo, la madera más cara y preciada de las existentes, exquisita y olorosa. Pero dos días después recordó otra vez el consejo del ermitaño, siguió adelante y encontró una mina de plata. Así consiguió medios para alimentarse mejor a sí mismo y a su familia.
Una semana después, otra vez vinieron a su mente las palabras del ermitaño y decidió internarse aún más en el bosque. Halló entonces una mina de oro. Se hizo un hombre rico. Pero he aquí que todavía un mes después volvió a recordar la advertencia: «Sigue adelante». Así lo hizo y fue a dar con una mina de diamantes que le hizo fabulosamente acaudalado.
- REFLEXIÓN: No te dejes vencer por la pereza, la desidia, la falta de confianza y la insuficiente motivación. Siempre hay que «seguir adelante», superando carencias emocionales, profundas contradicciones anímicas o condicionamientos, que son sólo obstáculos que te impiden seguir adelante y sacar lo mejor de ti mismo en cada situación.