Tras el descanso de la fatiga del largo camino, un hombre dijo al sabio anciano:
—Busque donde busque, haga lo que haga, en todas partes encuentro sufrimiento. La felicidad, el placer, no duran nada.
El anciano cogió un puñado de arena en sus manos y la dejó deslizar suavemente entre sus dedos. Luego dijo:
—Todos buscamos el placer, pero olvidamos algo muy importante. Que tanto el dolor, como el placer, forman parte de la vida y casi siempre están inseparablemente unidos. El amor hace sufrir. Miró al horizonte y concluyó:
—El sufrimiento nos hace madurar y nos conduce a la verdad. Tanto las alegrías como las penas suceden por algún motivo; pero sólo lo comprendemos cuando han pasado. Vive e intenta posicionarte por encima del dolor y del placer. Verás que la felicidad está más allá.
—Busque donde busque, haga lo que haga, en todas partes encuentro sufrimiento. La felicidad, el placer, no duran nada.
El anciano cogió un puñado de arena en sus manos y la dejó deslizar suavemente entre sus dedos. Luego dijo:
—Todos buscamos el placer, pero olvidamos algo muy importante. Que tanto el dolor, como el placer, forman parte de la vida y casi siempre están inseparablemente unidos. El amor hace sufrir. Miró al horizonte y concluyó:
—El sufrimiento nos hace madurar y nos conduce a la verdad. Tanto las alegrías como las penas suceden por algún motivo; pero sólo lo comprendemos cuando han pasado. Vive e intenta posicionarte por encima del dolor y del placer. Verás que la felicidad está más allá.
- REFLEXIÓN: La felicidad es efímera, nadie es feliz siempre, sólo contamos con instantes de felicidad. Pero igual que la felicidad completa no es eterna, tampoco el sufrimiento lo es. El sufrimiento es inevitable, pero pasa, y lo ideal es encontrar ese punto intermedio que nos ayuda a no sentirnos eufóricos cuando las cosas nos van bien e igualmente no desfallecer cuando el dolor se asoma a nuestra vida.