20 de noviembre de 2016

AVARICIA

Un hombre que llevaba muchas horas de camino empezó a sentir un hambre acuciante. A la vuelta de un recodo vio a un hombre sentado junto a una canasta de frutos. El caminante, sin pensarlo dos veces, sacó una buena cantidad de monedas y le dijo al hombre:
—Te compro toda la canasta. La canasta entera por estas monedas.
El aludido aceptó y se marchó satisfecho de la venta mientras el hambriento viajero se disponía a devorar la comida.
Al rato pasó por allí otro caminante que vio cómo aquel hombre comía aquellos frutos totalmente rojo, sudando a mares y llorando sin parar.
—¿Qué haces? –le preguntó–, ¿no sabes que esos frutos deben tomarse siempre en pequeñísimas cantidades por su fortísimo picor?
—No me hables –contestó–, los compré creyendo que se trataba de dulces.
Y como seguía llevándose aquellos frutos a la boca, el otro le dijo:
—Bueno, pero ahora ya sabes que son muy picantes y no dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos?
Y aquel hombre contestó:
—He invertido mi dinero en ellos, no los voy a tirar, así que no estoy comiendo frutos picantes, me estoy comiendo mi dinero.
 
  • REFLEXIÓN: A lo largo de nuestra vida invertimos en muchas cosas inútiles e incluso perjudiciales, pero hay un momento en el que hay que acabar con ello. La vida es demasiado corta y no podemos seguir encadenados a aquello que nos perturba o nos roba el bienestar, por mucho que hayamos invertido en ello. Seguro que hemos consumido esfuerzos, tiempo, bienes e ilusiones en muchas necedades, pero hay que saber poner punto final a lo que nos perturba y no acarrearlo por más tiempo. Además la avaricia es un mal que puede llegar a hacernos perder la razón y la cordura; y lo peor del sentimiento de avaricia es que nos hace perder el sentido de la medida de las cosas. La codicia nunca satisface al que la padece.

9 de noviembre de 2016

HURACÁN O BRISA

Sopló Eolo y creó el viento. Y le dio libertad. El viento libre recorrió el espacio sideral y llegó a la Tierra. En la Tierra fue durante mucho tiempo brisa, pero al encontrarse con las montañas y no poder atravesar las rocas, se convirtió en vendaval. 
Como vendaval llegó hasta el mar y, al no poder penetrar en el agua, se transformó en huracán y asoló las playas y todo el litoral. 
Al ver lo sucedido, Eolo llamó al viento y lo convirtió en ser humano. Y, aunque ahora es un ser humano, no olvida que es viento. Y cuando abre su boca, unas veces es brisa agradable; otras, huracán de palabra, hechos y gestos que arrasa y asola.
Eolo, que lo sabe, nos da un sabio consejo: «Procura ser brisa: ésa es tu misión como viento».
 
  • REFLEXIÓN: Sé con tus hechos, gestos y palabras suave brisa que a todos llegue, sin ofender, sin violentar, siendo amable y comprensivo. Piensa cuántas veces tus gestos o palabras llegan a los demás de forma hiriente, cortante, como huracanes que todo lo arrasan a su paso, y sé para todos suave y dulce brisa.