14 de septiembre de 2015

EL VENDEDOR DE GLOBOS

Eran las fiestas del pueblo. Un pueblo cualquiera, ni muy grande, ni muy chico. Habían venido vendedores ambulantes. Y entre los vendedores había llegado un vendedor de globos. Eran las diez de la mañana y no había vendido ningún globo. Claro, los chicos andaban escasos de dinero y entonces lo que preferían era comprar una chocolatina, cualquier cosa pero no un globo, que es de lo más inútil.
Entonces al hombre se le ocurrió una idea: sacrificar un globo. Agarró un globo rojo que tenía, y lo soltó. No faltó un chico que le dijera a su mamá:
—¡Mira! ¡Un globo!
—Ah, sí, se le habrá escapado al señor.
Al ratito el hombre soltó un globo verde y enseguida un globo blanco, que se empezaron a perseguir por el cielo. Y claro: ya todo el mundo empezó a señalarlos. Después soltó los globos más lindos que tenía: dos azules con uno amarillo al centro. Entonces, frente a todos esos globos que empezaban a subir hacia el cielo, pasando entre las ramas, todos los niños, empezaron a rodear al vendedor de globos y a pedir:
—¡Ah, yo quiero un globo, mamá...!
Bueno, la cuestión es que el tipo vendió todo el resto de los globos. Sacrificó cinco, pero vendió decenas.
Entre los niños había un niño negrito. El niño estaba triste, descalcito, con el pantaloncito roto, miraba a los otros chicos con lágrimas en los ojos. Y entonces el señor de los globos se dio cuenta del niño y le preguntó:
—Muchacho... ¿quieres un globo?
El chico al momento le respondió:
—Ah, no... 
—¿Cómo no?... Mira, te lo regalo. Elige el globo que más te guste y te lo regalo.
—No.
—Pero, ¿no quieres un globo?
—No.
—¿Entonces qué te pasa?
Y el chico se anima al verlo tan bueno y le dice al vendedor:
—Señor, si usted suelta ese globo negro que está ahí, ¿subirá tan alto como los otros globos?
Porque la cuestión no era tener o no tener un globo, sino ser o no ser como los demás.
Entonces el señor se emociona tanto que desata el globo negro y se lo entrega al niño diciendo:
—Haz la prueba.
El chico soltó el globo, y cuando vio cómo subía, empezó a saltar y cantar, feliz de que el globo negro también había subido a los cielos.
Entonces el hombre quedó tan impresionado que acercándose, le acaricia la cabeza, y le dice:
—Te voy a decir un secreto. Lo que hace subir para arriba al globo no es ni el color ni la forma, es lo que tiene dentro. Pero para que un globo suba al cielo hay que traer gas del cielo. Si yo lo lleno con gas del cielo entonces... subirá, subirá, subirá hasta el infinito.
 
  • REFLEXIÓN: Lo importante en la vida es lo que llevamos en nuestro interior, no importa que tengamos unas cualidades u otras, unas habilidades u otras; todos somos igual de importantes y válidos; lo que tenemos que hacer es intentar llenar nuestro interior de buenos pensamientos y acciones para poder elevarnos a lo más alto. Lo primordial en cada persona es lo que tiene en su interior, lo que realmente es.