20 de enero de 2017

LAS TRES PIPAS

Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. 
Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa. 
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando. 
Después regresó a donde estaba el anciano jefe y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. 
Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. 
El hombre medio molesto, pero ya mucho más sereno, se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo su tabaco y su bronca. 
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
—Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho. 
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: 
—Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo.
  • REFLEXIÓN: Perdonar y saberse perdonado es un precioso don. Cuando nos ocurre algo contra otra persona, lo más inteligente que podemos hacer es reflexionar sobre lo ocurrido, seguramente entonces lo veamos de otra manera. Reaccionar “en caliente” ante una situación nos lleva probablemente a sobrevalorarla de forma innecesaria.

12 de enero de 2017

LOS MONOS ALREDEDOR DEL FUEGO

Unos monos, durante una fría noche de invierno vieron a unos hombres alrededor de una hoguera. Al acercarse, inmediatamente advirtieron el calor que desprendía aquel extraño fenómeno de color rojo semitapado por maderas.
Cuentan que a partir de entonces, durante sucesivas generaciones, en las noches frías, los monos se reunían alrededor de unas maderas que colocaban encima de un círculo que previamente habían pintado de color rojo. Y si hablaban entre ellos, todos coincidían en que ese era el modo correcto de calentarse. 
Cuando algún mono ignorante llegado de fuera declaraba que sentía el mismo frío alrededor del círculo rojo como lejos de él, era reprendido con severas admoniciones respecto al poco respeto que guardaba al conocimiento de los antiguos sabios monos.
 
  • REFLEXIÓN: No te dejes engañar por las cosas que, por haberse hecho así desde siempre, se tienen por ciertas. Las tradiciones son útiles si realmente son eficaces y válidas en la actualidad, si no, tienes que ser valiente para poder cambiarlas según sea la realidad actual.

6 de enero de 2017

HORACIO EL CAMELLO

Horacio, el camello, miró al cielo y dijo a sus amigos camellos:
—¡Qué estrella más rara! Parece que nos hace señas, pidiendo que la sigamos.
Todos ellos vivían cerca de un oasis, donde sus vidas discurrían en paz, humildes y seguras. Tenían siempre hierba y dátiles en abundancia para comer y mucha agua para beber.
Nada había turbado jamás la plácida existencia de estos camellos; ahora, sin embargo, se daban cuenta de que su amigo estaba fascinado por aquella nueva estrella, rara y brillante. Les dejaba perplejos y se preguntaban qué podía significar.
—Recuerdo uno de mis sueños de infancia –prosiguió Horacio–. Vi una estrella que se alzaba sobre el horizonte y oí claramente que mandaba por señas que todos la siguieran en busca de una nueva vida, de un nuevo país y una nueva patria... Me pregunto si ésta podrá ser la misma.
Algunos de sus amigos se echaron entonces a reír. Los que no habían visto la estrella le tachaban de loco visionario, de soñador ingenuo. Los que la habían visto le llamaban chiflado: 
—¿Cómo? ¿Seguir a la estrella? Jamás nadie lo pensó antes. ¿Adónde? ¿Cómo? ¿Por cuánto tiempo? Además, ¿por qué seguirla?
—¿Adónde? Adonde nos quiera conducir –respondió él–, y para siempre, si es preciso. Porque nos está invitando. Me siento atraído por ella irremediablemente... La seguiré, no importa lo que cueste. He tomado una decisión y nadie podrá detenerme.
La mayoría de los otros camellos le dejaron solo y se fueron a comer, beber y dormir. Sólo unos pocos se quedaron detrás. Estaban intrigados por la nueva estrella resplandeciente y por la manera de adueñarse completamente de su amigo. Uno de ellos preguntó:
—¿Tienes intención de adentrarte en el desierto, Horacio, y dejar toda la comodidad y seguridad de este hermoso oasis?
—Sí. He decidido renunciar a todo. Mirad. Está comenzando a desaparecer del horizonte. Tengo que darme prisa. Si alguno desea seguirme, sea bienvenido. Pero es peligroso retrasarse. ¡Vamos! Un minuto más y la estrella podría pasar de largo ante nosotros. Podría desaparecer y no volver nunca. Ahora o nunca; es la oportunidad de la vida.
Algunos camellos se sentían impresionados por la impaciencia y la determinación de Horacio. Resolvieron en aquel momento unirse a él:
—Nosotros también iremos. Pero danos tiempo para reunir algunas cosas para el viaje. Necesitamos mucha hierba, abundancia de agua, dátiles y cereales. Necesitamos...
—Mirad; se acaba el tiempo. La estrella comienza a alejarse. No podemos esperar un minuto más. La que nos llama a seguirla se hará cargo seguramente de nuestras necesidades. Ella mirará por nosotros durante el viaje. Yo me voy al instante. Si alguno desea seguirme, que venga. Si no, quedaos ahí y arregláoslas.
Y empezó a alejarse, adentrándose en el yermo, hostil e interminable desierto. Sus ojos permanecían fijos en la pequeña estrella resplandeciente según iba desapareciendo del horizonte del oasis.
Sólo dos camellos echaron a correr y se unieron a él antes de que fuera demasiado tarde. Los demás menearon la cabeza con un gesto de desaprobación y murmuraron:
—Están chiflados. Seguramente perecerán de hambre, de sed y de frío. ¡Y pensar que podían haberse quedado aquí con nosotros en este oasis, disfrutando de todas las cosas buenas que la vida nos brinda!
 
  • REFLEXIÓN: Hemos de tener suficiente ilusión para perseguir nuestros sueños. Si estamos demasiado apegados a lo que tenemos, jamás seremos capaces de dar el salto a lo desconocido. La vida es una constante peregrinación, por eso debemos vaciarnos de todo y aumentar la confianza y la seguridad en que algo mejor nos va a suceder. A veces los obstáculos o los miedos nos impiden ver con claridad los objetivos que nos proponemos, pero tenemos que aliarnos con la voluntad y la esperanza de conseguir lo que creemos puede hacernos más felices.