6 de octubre de 2013

LA CARAVANA

Una caravana del desierto marchaba penosamente por un terreno árido, polvoriento y pedregoso. Todos sus componentes tenían fe absoluta en su guía, y confiadamente dejaban en sus manos todas las decisiones. Especialmente les complacía cuando, debido al intenso calor del día, decidía que viajarían sólo de noche y que dormirían durante el día.
Una noche, en una jornada particularmente agotadora, el guía exclamó de pronto:
—¡Alto! Nos detendremos aquí un momento. Como veis, estamos cruzando en este momento un terreno muy pedregoso. Quiero que os agachéis y cojáis todas las piedras y guijarros que podáis. Si llenáis vuestras bolsas de ellas, podréis llevároslas a casa. Ea, deprisa –prosiguió, dando palmadas–, sólo tenéis cinco minutos antes de reemprender la marcha.
Los viajeros, que únicamente deseaban un prolongado descanso y otro dulce sueño, creyeron que su guía se había vuelto loco.
—¿Piedras? –dijeron–. ¿Qué se cree que somos? ¿Un atajo de camellos o de mulos?.
Solamente algunos de ellos hicieron lo que el guía había sugerido, metiendo unos cuantos puñados de piedras en sus bolsas.
—Bueno, basta –dijo el guía–. En camino de nuevo.
Mientras continuaban su pesado camino durante el resto de la noche, todos se encontraban demasiado cansados para molestarse en hablar; pero todos seguían preguntándose qué podrían significar las extrañas órdenes de su guía.
Cuando el sol se alzó sobre el horizonte, la caravana se detuvo de nuevo y plantaron todas las tiendas. Los pocos viajeros que habían cogido algunas piedras pudieron ahora verlas por primera vez. Con exclamaciones de asombro, comenzaron a gritar:
—¡Santo Dios! Son todas de diferentes colores. Todas brillan y resplandecen. Realmente son piedras preciosas y gemas.
Pero esta sensación de júbilo pronto dio paso a otra de depresión y abatimiento:
—¡Ojalá hubiéramos tenido la cordura de seguir las órdenes del guía y hubiéramos cogido todas las piedras que hubiéramos podido!.
 
  • REFLEXIÓN: Tener conciencia de que la vida es un viaje, aceptando las fatigas y sufrimientos. Confiar en los guías que aparecen en el viaje de la vida. Ir por la vida con alegría, paz y esperanza, ya que no caminamos solos, sino como pueblo, guiándonos y apoyándonos unos a otros. Debemos seguir adelante, no renunciar. No podemos acampar donde nos guste, valor del sacrificio.