27 de abril de 2017

REFINADOS COMO LA PLATA

Un grupo de jóvenes se reunieron en cierta ciudad para estudiar la Biblia. Mientras leían un texto, encontraron una expresión que decía: «Él los purificará y los refinará como se hace con la plata».
Uno de los jóvenes propuso visitar a un platero y comunicarles a los demás lo que él dijera sobre el tema.
El joven fue y, sin decir el objeto de su visita, pidió al platero que le explicara sobre el proceso de refinar la plata. Después que el platero describiera el proceso, le preguntó:
—Señor, ¿usted se sienta a esperar mientras está en el proceso de refinación?
—¡Oh, sí! –contestó el platero–. Debo sentarme con el ojo fijo constantemente en el horno, porque si el tiempo necesario para la refinación se excede en el grado más leve, la plata será dañada.
El joven, inmediatamente, vio la belleza y el consuelo de la expresión que habían leído aquella tarde.
Dios ve necesario poner a sus hijos en un horno; su ojo está constantemente atento en el trabajo de la purificación, y su sabiduría y amor obran juntos de la mejor manera para nosotros. Nuestras pruebas no vienen al azar, y Él no nos dejará ser probados más allá de lo que podemos sobrellevar.
El joven hizo una pregunta final:
—¿Cuándo sabe que el proceso está completo?
—Pues muy sencillo –contestó el platero–. Cuando puedo ver mi propia imagen en la plata, se acaba el proceso de refinación.
 
 
  • REFLEXIÓN: Este es el asunto, tenemos que trabajar para completar el proceso de la refinación en nosotros mismos hasta que podamos ser reflejo de la imagen de Dios.

12 de abril de 2017

EL ALFILER Y LA AGUJA

Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada que hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:
—¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja–. ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza?
—Y a ti –respondió la aguja en tono agudo–, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?
A lo que el alfiler replicó:
—¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?
De nuevo la aguja contestó:
—Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
El alfiler contestó airado:
—Sí, pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.
Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña en la habitación deseando coser. Tomó la aguja y echó mano a su labor por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Entonces cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y, disgustada, lo echó con la aguja en la cesta de la labor y se marchó.
El alfiler y la aguja retomaron su conversación.
—Con que aquí estamos de nuevo –dijo la aguja–. Parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.
El alfiler, algo entristecido, respondió:
—¡Como nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego… echados en la cesta, como nosotros, descubren que son hermanos!
 
  • REFLEXIÓN: Con frecuencia nos sentimos superiores a todos los que nos rodean, creemos que no hay nadie mejor que nosotros, que nuestras cualidades y aptitudes sobresalen, que somos más listos que nadie... sólo las circunstancias de la vida se encargan de ponernos en nuestro lugar, que no es ni más ni menos que el mismo en el que otras personas están.