28 de julio de 2014

¿DÓNDE ESTÁ LA LIEBRE?

La hiena salió a cazar y pronto descubrió las huellas de una liebre que había pasado por allí no hacía mucho, así que se puso a seguirlas cada vez más deprisa porque cuanto más tardase en atraparla más tiempo pasaría hambrienta.
Los ratones vieron venir a la hiena y comprendieron que su presencia suponía una amenaza para su pariente la liebre, así que decidieron borrar sus huellas a la altura de un cruce de caminos y se quedaron deliberadamente allí, esperando. Cuando la hiena llegó a aquel lugar comprobó que ya no había más huellas, que había perdido la pista.
Entonces preguntó a los ratones si habían visto pasar una liebre y todos respondieron que sí y que era muy grande. Pero cuando preguntó por el camino que había tomado la respuesta ya no fue unánime: unos ratos le indicaron el camino de la izquierda, y cuando la hiena se disponía a seguir por él los otros ratones gritaron que por aquel camino no era, que ellos habían visto que la liebre tomaba el camino de la derecha. Ya iba a seguir la hiena el camino nuevamente indicado cuando los primeros ratones protestaron esta decisión, a lo que siguió la respuesta de los otros en una discusión sin término.
La hiena, viendo que estaba perdiendo el tiempo y que con los ratones no iba a sacar nada en claro, decidió seguir los dos caminos, poniendo las patas de su izquierda en el camino izquierdo y las de su derecha en el derecho, y así avanzar por ambos caminos a la vez.
Al inicio le fue bien porque los dos caminos discurrían paralelos un buen trecho. Pero no había rastro de la liebre, lo que hizo pensar a la hiena que su presa le había sacado más ventaja y decidió acelerar el paso precisamente cuando los dos caminos se separaban definitivamente. Decisión fatal, porque sus patas de la izquierda se fueron tan a la izquierda y sus patas de la derecha tan a la derecha que se partió en dos.
Los animales del bosque, reunidos en torno a su cuerpo, dijeron a coro: “Seguir dos caminos ha partido a la hiena”.
 
  • REFLEXIÓN: En algún momento de la vida hay que tomar una firme decisión sobre qué caminos elegir a cambio de despreciar otros. Lo importante es saber qué camino elegir, qué fines perseguimos en la vida y qué pasos vamos dando para alcanzarlos. Una vez elegido un camino, siempre hay que ser fiel a él. Por muy costoso o difícil que nos parezca elegir un camino, siempre será mejor que intentar abarcarlo todo.

5 de julio de 2014

VUELO NOCTURNO

Una noche, un avión cruzaba el océano Atlántico. Los pasajeros estaban disfrutando de la cena, se escuchaba una música suave y la atmósfera era relajada y serena. De pronto, los sistemas de comunicación y dirección del aparato fallaron y el panel se quedó en blanco.
El ingeniero de vuelo no pudo reparar la avería. El piloto se sintió presa del pánico. ¿Cómo iba a conseguir llegar a su destino? Estaba sobrevolando el océano en una noche oscura sin señales que le guiaran. Pidió a la azafata que averiguara si entre los pasajeros había algún experto en electrónica.
Después de unos instantes de ansiedad, entró un pasajero en la cabina.
—¿Es usted experto en electrónica? –preguntó el piloto.
—No, señor –respondió el pasajero–. No sé absolutamente nada de esas cosas.
—Entonces, ¿qué está usted haciendo aquí? –preguntó el piloto.
—Dígame cuál es el problema. Quizá pueda ayudarle –indicó el pasajero.
El piloto gritó furioso:
—¡Si no sabe nada de electrónica, salga de la cabina! ¡No me sirve!
El pasajero dijo serena y cortésmente:
—Dígame, por favor, cuál es el problema. Creo que puedo ayudarle.
—¿Es que no lo ve por sí mismo? –saltó destemplado el piloto–. Todos los instrumentos han dejado de funcionar. No sabemos dónde estamos. Nos encontramos perdidos sobre el océano en medio de la noche.
—Bien, pero yo puedo ayudarle. –dijo el pasajero–. Conozco algo que nunca falla. No ha fallado nunca en el pasado ni fallará en el futuro.
El piloto clavó en él su mirada incrédulo:
—¿De qué está hablando? –preguntó.
—El cielo, amigo –repuso el extraño–. Las estrellas nos guiarán. Muéstreme su mapa de ruta sobre el océano y nuestro punto de destino.
El pasajero, una persona de aspecto corriente, era astrónomo. Se sentó junto al piloto con el mapa en su regazo y los ojos clavados en el cielo. Firme y hábilmente, dirigió el vuelo del piloto. Al amanecer, el avión aterrizaba puntual en su destino.
 
  • REFLEXIÓN: Podemos aprender a no confiar únicamente en la tecnología y en lo material para resolver todos los problemas de la existencia humana. Los científicos y técnicos no poseen por sí mismos la clave de nuestra salvación. Tenemos necesidad también de otro tipo de conocimiento, quizá más espiritual, aquel que nos haga elevar la vista al cielo y contemplar otras realidades divinas. Para alcanzar nuestro destino tenemos que alzar los ojos por encima de las realidades terrenas y consultar las señales celestes.